No, no estoy aprendiendo francés, sigo sin tener ni papa (que este blog no lo lea mi profesora de francés del intituto, por favor).
El título de este post viene a cuento de un descurbrimiento que he hecho recientemente. La primera palabra de un bebé es todo un acontecimiento. Normalmente empiezan por "Mamá" y "Papá". Yo siempre he pensado que el cacahuete lo primero que diría sería "Fanta" o "Zelda", que son sus hermanas peludas y los nombres que más se oyen en casa (casi siempre seguidos de un ¡¡¡¡NOOOO!!!!). El caso es que el otro día nos sorprendió y entre balbuceos dijo claramente su primera palabra. Inmediatemente recorde lo primero que mi sobrina, la mayor, tuvo a bien decirnos al padre del cacahuete y a mi con apenas 6 meses. Mi sobrina nos miró muy seria y nos dijo:
Grenoble
Ante esto nos vimos obligados a dejar de hacer los gorgoritos y muecas estúpidas con las que estábamos deleitándola.
El caso es que el otro día estaba cambiando el pañal del cacahuete, operación que, desde que ha incorporado otros platos a su dieta además de la leche, resulta realmente heróica, y entre "auuuu" y "eoooo" nos soltó de forma clara y precisa:
Avignon
Y se quedó tan ancho.
De todo esto deduzco que en mi familia somos unos cutres y en lugar de encargar los bebés a Paris los encargamos a provincias. Qué le vamos a hacer.
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